Compartir el tiempo

Ahondar

“Sabiendo Jesús que su hora había llegado… los amó hasta el extremo”.

Como si al final de su vida Jesús quisiera amar más que nunca a los suyos. La última cena está llena de gestos que demuestran ternura y cariño. Y está llena de esos gestos, porque fue así como Jesús vivió toda su vida: compartiendo con los suyos y amándolos. Fue esa misma manera la que eligió para despedirse de sus discípulos, amarlos hasta el extremo. Esa noche dio el ejemplo que desde ese día debían continuar sus apóstoles. Ejemplo de compartir la vida con los que uno ama y de dar la vida por ellos.

Quizás el desafío de este Jueves Santo sea ese, el compartir con los que uno ama. Porque, quizás, el compartir la vida con nuestros afectos sea uno de los anhelos más grandes del corazón humano. Compartir más allá de la situación actual, compartir superando toda barrera. Pero al fin de cuentas, logrando compartir su amor. 

Puede resultar paradójico decir frente a esta situación de pandemia en la que nos encontramos que necesitamos compartir estar más cerca y unidos que nunca unos de otros, cuando lo recomendado es mantener distancia. Pero en realidad no tiene nada de paradójico si la cercanía y la unidad que se nos pide es superior y más profunda, de la que hemos construido hasta ahora. Esta cuarentena nos exige considerar nuestra manera de vivir y de pensar, nuestros comportamientos y acciones, nuestro modo de ser y de proceder, y sobre todo ampliar nuestros sentidos de manera tal que podamos comprendernos más entre todos.

Y es la cercanía el gesto de amor más concreto que podemos tener hacia quienes amamos. Cuidamos de quienes nos importan teniéndolos en la casa, manteniéndolos cerca a pesar de las distancias, compartiendo con ellos. Hoy no son a través de los regalos caros como les mostramos a nuestros seres queridos cuánto los amamos, sino a través del gesto sencillo de estar juntos en casa, en el compartir diario, en la paciencia y fortaleza que le ponemos a cada día. Hoy también, es el momento de reinventarnos, de utilizar los medios de comunicación que la tecnología nos proporciona para estar al lado del otro, para sentirnos más cerca, para hacernos compañía. Hoy, es el momento en donde un mensaje es lo que vale, una videollamada inesperada con un ser querido, es el momento de usar esa “tecnología” que acorta distancia y nos da cobijo. 

También en este Jueves Santo, se nos invita a entrar en un tiempo especial para la reflexión, la oración, el silencio. Necesitamos recuperar el valor de permanecer juntos, de dialogar, de rezar, de aprender de los pequeños sacrificios diarios, de entender que amando se integran las diferencias. Necesitamos recuperar el valor de permanecer juntos.

La presencia de la pandemia nos ha golpeado fuertemente. Nos hizo dar cuenta de que estamos más próximos unos de otros, más cercanos de lo que imaginábamos, mucho más conectados y vulnerables de lo que creíamos.  Además nos hizo descubrir de que tal vez hemos olvidado lo esencial en nuestra vida y que hemos puesto en el centro otras cosas que no son importantes. Nos hemos ausentado más de la cuenta, hemos banalizado los gestos de cariño y aprecio, sin percatarnos, nos creímos todopoderosos, casi inmortales, que podíamos con todo, pero no es así. Probablemente este tiempo nos hará más humanos y más humildes. Y seguramente al terminar todo nos daremos cuenta de qué bueno es estar en casa con los que amamos, que fuerza y valor tiene estrechar las manos a otras personas, qué bien se siente recibir y dar un beso para expresar amor y cariño, y cuán importante es luchar porque todos estemos mejor. 

A fin de cuentas, debemos reconocer que compartir, lejos de ser un mero acto natural humano, es una demostración de amor. Sin amor no hay compartir. 

Y Jesús eligió compartir su última noche con sus amigos. Incluso entre ellos estaba aquel que lo iba a entregar. Se trata de un enorme acto de amor brindándose por entero. Dios hecho hombre se rebajó hasta el punto de lavarle los pies a sus discípulos, un acto que estaba reservado para los esclavos y la servidumbre. Cristo eligió darse por entero a quienes amaba, compartir toda su vida con ellos. ¿Y vos cómo queres compartirte este Jueves Santo?

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