La única manera de gestionar un problema es aceptar que existe.
Es verdad que a todos nos gustaría vivir felices y sin problemas. También es verdad que imaginamos una vida en paz y cumpliendo todos nuestros sueños, pero no podemos negar que tenemos problemas que necesitamos enfrentar y gestionar.
Muchas personas pretenden ser feliz a costa de negar las dificultades serias que tienen por resolver. Otras minimizan sus problemas diciendo, por ejemplo, «no es nada», «me sucede de vez en cuando», o terminan responsabilizándose de todo sin enfrentar el problema realmente diciendo, «yo tengo la culpa de que sea así». Todo esto se hace con el fin de fingir una paz y una felicidad que en realidad no existe. Justificamos de muchas maneras las dificultades que tenemos con tal de no hacer frente a esas situaciones.
La única manera de gestionar un problema es aceptar que existe. Cuando nos situamos ante los problemas con verdad y libertad, liberamos toda nuestra potencialidad y capacidad para gestionar los conflictos. Aunque te pueda parecer extraño, los problemas o las situaciones límites generan creatividad e ingenio, pero debes confiar en la Sabiduría que anida en ti.
Las personas que creen que son incapaces de resolver sus problemas, en realidad, no se conocen a sí mismas, ni han experimentado la fuerza de la oración y la meditación. Cuando estés en problemas, no niegues que exista. Cuanto tengas un problema «entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará» (Mt 6,6). ¡Busca la Sabiduría divina en tu interior por medio de la oración y el discernimiento, y hallarás la paz verdadera!