«Cuanto más nos empeñamos en encerrar a Dios en nuestros pareceres más nos alejamos de Él».
No le reces al dios que tienes en tu mente. La mayoría de nosotros tenemos tendencia a construir en nuestra mente un dios conforme a nuestras necesidades y carencias. Adoramos a ese dios mental y le asignamos unos “poderes” increíbles conforme al grado de dificultad que tenemos. Pareciera que nos interesa más tener un dios controlado, y sujeto a nuestras necesidades antes que rezar de verdad «hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo». Cuanto más nos empeñamos en encerrar a Dios en nuestros pareceres más nos alejamos de Él. No sé si conoces esta oración, pero es simplemente maravillosa. Si te gusta ¡compártela! Tal vez sean muchos los que desean encontrarse de verdad con el Dios verdadero.
No le reces a Dios mirando al cielo
¡mira hacia adentro!
No busques a Dios lejos de ti,
sino en ti mismo…
No le pidas a Dios lo que te falta:
¡busca tú mismo!
Y Dios lo buscará contigo,
porque ya te lo dio como promesa
y como meta
para que tú lo alcances.
No reproches a Dios por tu desgracia:
¡súfrela con él! Y sufrirá contigo
y, si hay dos para un dolor,
se sufre menos…
No le exijas a Dios que te gobierne
a golpe de milagros, desde afuera:
¡Gobiérnate tú mismo!
con responsable libertad, amando,
y Dios te estará guiando
¡desde dentro y sin que sepas cómo!
No le pidas a Dios que te responda
cuando le hablas:
¡respóndele tú
porque él te habló primero!
Y si quieres seguir oyendo lo que te falta,
escucha lo que ya te dijo.
No le pidas a Dios que te libere
desconociendo la libertad
que ya te dio.
¡Anímate a vivir tu libertad
y sabrás que sólo fue posible
porque tu Dios te quiere libre!
No le pidas a Dios que te ame
mientras tengas miedo de amar
y de saberte amado.
¡Ámalo tú y sabrás
que si hay calor es porque hubo fuego,
y que si tú puedes amar es porque él te amó primero.
(San Agustín)