Pausa Ignaciana: Examinarse en el amor

Gustar
Dios, los otros, yo mismo
  1. Pauta de un ritual de comienzo

 Hago la señal de la cruz y realizo la oración de ofrecimiento al Sagrado Corazón de Jesús.

  • Pongo mis manos, con las palmas hacia arriba, en actitud de receptividad. Me tranquilizo. Respiro más despacio. Permanezco sentado en silencio un momento y procuro bajar el volumen de mis pensamientos y preocupaciones.
  • Pido a Dios que me dé a conocer su presencia en este momento. Siento la presencia de Dios a mi alrededor e incluso dentro de mí. Si no siento la presencia de Dios, espero callada y pacientemente durante otro momento. Si aun así no siento su presencia, no dejo que ello me moleste. Me apoyo, sin más, en la fe de que él está aquí, aun cuando yo no perciba su presencia. Dejo que mi corazón, mi mente y mi alma recuerden la sensación que tengo cuando sí percibo su presencia, y dejo que por ahora me baste con eso.
  1. Actitud de agradecimiento.

Paso unos momentos en actitud de agradecimiento, dando gracias a Dios por algunas de las bendiciones, grandes o pequeñas, esas muestras de amor, que haya recibido hoy.

  1. Reflexiono sobre mi relación con Dios.

Hablo de ella con Dios. ¿Qué tal va nuestra relación? ¿Nos llevamos bien? Ahora mismo ¿me siento cercano a Dios o distante de él? ¿He pasado tiempo con Dios o he sido negligente? ¿Tengo la sensación de que Dios está muy cerca de mí cuando le llamo? ¿Estoy aburrido de Dios? Cuando contemplo el «rostro» de Dios, ¿siento alegría?, ¿gratitud?, ¿vergüenza?, ¿miedo? Hablo con Dios de nuestra relación. Le pido que me revele su punto de vista sobre ella.

  1. Hablo con Dios de mi relación con los otros en este momento.

¿Cuál ha sido últimamente mi actitud cuando he estado con otros? ¿He estado “enojón”?, ¿amable?, ¿pasivo?, ¿positivo? ¿Hay una relación en particular que haya sido especialmente buena o amarga? Hablo de esto con Dios. Le pido que me muestre su punto de vista al respecto.

  1. Hablo con Dios de cómo ha ido últimamente mi relación conmigo mismo.

 ¿Me gusto hoy en día? ¿Estoy orgulloso de mí mismo?, ¿enfadado conmigo mismo?, ¿soy tierno, soy duro conmigo mismo? ¿Qué factores de mi vida me han conducido a adoptar estas actitudes y conductas para conmigo mismo? Hablo de esto con Dios. Le pido su opinión sobre ello.

  1. Ahora, repaso las tres reflexiones anteriores: relación con Dios, relación con los otros, relación conmigo mismo. ¿Cuál de los tres momentos me ha resultado más intenso mientras reflexionaba sobre ellas? ¿En cuál de estos momentos he sentido la respuesta emocional más profunda mientras reflexionaba sobre la relación? Vuelvo a revisar esa sola relación, pidiendo perdón a Dios, dándole gracias, rogándole que me dé alguna inspiración para ayudarme a progresar en esa relación o que me revele alguna verdad de esa relación que hasta ahora no he notado o admitido.
  1. Le pregunto a Dios: «¿Qué te gustaría que hiciera con esta relación a medida que avanzo? ¿Qué cambios graduales podría emprender? ¿Qué aspectos de la relación podría cultivar? ¿Qué aspectos podría abandonar o incluso suprimir?».
  1. Le pregunto a Dios: «¿Qué puedo hacer mañana en concreto con respecto a esta relación?».
  1. Si es apropiado, le hago a Dios una promesa relativa a mi futuro procede en lo tocante a esta relación. Le pido ayuda para cumplir esa promesa.
  1. Termino el examen.

Al concluir el Examen (no más de quince minutos), me pregunto si hay alguna última palabra que desee decir al Señor. Si todavía no he dicho, pedido o prometido nada respecto al futuro (el día siguiente, la semana que viene, etc.), lo hago ahora. A continuación, concluyo con uno o dos gestos físicos.

  • Junto las manos y me inclino un poco para pedir su bendición.
  • Concluyo con el padrenuestro o el ofrecimiento al Sagrado Corazón de Jesús.
  • Hago la señal de la cruz.

MARK E. THIBODEAUX, SJ

Amor, conmigo mismo, Dios, los demás, pausa ignaciana

Publicaciones relacionadas

keyboard_arrow_up
Escanea el código